martes, 3 de junio de 2008

¿Cómo es la vida de un lustrabotas?


¿Cómo es la vida de un lustrabotas?


Luis Eduardo Mejía López, de 53 años de edad, es un lustrabotas profesional del pasaje de La playa con una experiencia de 40 años. Es una persona alegre, muy bien vestida. En el momento de la entrevista, tenía puestos unos zapatos negros, un pantalón gris y una camisa blanca que usa a diario porque de un año para acá lo ha considerado como su uniforme de trabajo.

Su vida ha transcurrido y seguirá transcurriendo, según él, alrededor de la calle porque ese no es solamente el sitio donde trabaja, pues él lo ha considerado también como su hogar.

Vive en el Popular numero 2, en una casa propia gracias al “señor” Pablo Escobar Gaviria que se la regaló hace 30 años. En ella vive con su esposa y sus cuatro hijas, dos grandes y dos pequeñas. Las dos grandes trabajan vendiendo flores en el parque de Sabaneta y con eso le ayudan un poco con los gastos de la casa. Las dos pequeñas están en el colegio, que se lo paga el alcalde de Medellín.

Don Luis decidió ser lustrabotas porque cuando tenía 13 años se fue de la casa, ya que su papá era una persona que trabaja sacando arena del río de Medellín y le pagaban bien. Pero siempre se gastaba la plata en mujeres y en alcohol y solo iba a la casa cuando no tenía plata y le pegaba a su mamá y a sus hermanos. Entonces, un día Luis decidió salir de la casa con un hermano porque ya estaban cansados de ver siempre eso y a pesar de todo su mamá quería mucho a ese señor y no lo dejaba. En la calle sus hermanos y él lo único que vieron que podían hacer era limpiar zapatos porque no sabían ni leer ni escribir.

Él, por lustrar los zapatos, cobra $1.500, es barato porque la vida está muy dura y todos los días hay más personas pobres como él que tratan de buscar algo para hacer y esto es lo más fácil que encuentran. En sus días buenos se hace $25.000, pero en los malos solo se consigue $5.000, cuenta que en el día 5 de mayo del 2008 se quedó hasta las 11:00 p.m. y solo se hizo $8.000. Don Luis solo puede comer cuando le está yendo bien, se gasta $3.000 en un sancocho que compra en un negocio cerca, porque no se puede malgastar mas, pues lo que le sobra o lo que se hace es para llevarla para los gastos de la casa, pero son muchos las veces que le va mal. Entonces en esos días no come nada, de pronto se toma un tinto.

Como la situación está tan dura, a don Luis Alberto le toca buscarse la plata de cualquier forma. A veces, cuando no hay nada que hacer, se va para los lados del centro comercial el palacio y cuida motos y carros. Claro que eso ya es muy poquito porque como la Policía y Espacio Público no los dejan trabajar tranquilos, desde hace días no parquear por esos lados, entonces ya casi no va por allá.

Con respecto a la gente, don Luis dice que son muy amables, tiene algunos clientes que lo buscan siempre, más o menos cada dos días y ellos le pagan más de lo que el cobro porque lo estiman y además ya que él es muy formal con ellos y les conversa mucho.
Don Luis se caracteriza por ser muy trabajador y una persona de bien porque no le hace mal a nadie, respeta mucho a las personas y también a sus compañeros.

El trabajo es muy severo ya que solo se ven amenazas de muerte de muchachos que no les gusta rebuscársela sino que le quitan lo poco que hacen las personas indefensas que si quieren trabajar, lo peor de todo es que la policía los jode mucho y a veces les quita hasta el cajón.

Él dice que no le tiene miedo a la muerte porque si lo matan es mejor para el porqué se va a descansar y además vive muy tranquilo porque sus hijas mayores son también muy trabajadoras y sabe que no dejarán tirada a su mamá y a sus dos hermanas menores.

En su tiempo libre prefiere estar con la familia, dice que amigos no hay, prefiere estar con la esposa y las hijas y casi siempre va a jugar fútbol a una cancha que hay al frente de su casa. Esta es la vida que lleva Luis Eduardo Mejía López, un gran lustrabotas del pasaje de La Playa.

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